Antecedentes Históricos
Periodo Prehispánico
El día de Muertos en México es un ritual que nuestros ancestros han estado practicando desde hace unos 3,000 años, (¿cual cristianismo existía entonces?) las culturas prehispánicas creían que la vida y la muerte eran una sola cosa formando una dualidad. Los Aztecas celebraban en dos fechas a los muertos, la primera en agosto dedicado a los “Miccailhuitonitli” a niños muertos, y en noviembre la fiesta de los muertos adultos. En la actualidad se celebra a los niños el día primero y a los adultos el día dos, según el calendario y tradición católica.
Entre las razas prehispánicas, los Nahuas tenían por lo menos, seis fiestas dedicadas a los muertos, las principales eran la del 12 al 31 de julio en que recordaban a los niños muertos y los veinte días siguientes celebraban la fiesta de los muertos adultos, la diferencia entre una y otra eran las ofrendas más elaboradas para los adultos. Los teotihuacanos, toltecas, aztecas, huaxtecos, totonacas, otomies, puréchas, mixtecos, zapotecos, mayas, y un gran etc., practicaron el culto a la muerte y todos sus ritos eran muy similares.
El día de muertos está ligado muy estrechamente con la recolección de la cosecha entre los pueblos prehispánicos, la cual venía después de un periodo de escasez, se dice que al ser tanta la recolección se hacia un banquete que se compartía hasta con los muertos.
Para los pueblos prehispánicos la muerte no es el fin de la existencia, es un camino de transición hacia algo mejor, de ahí que haya compaginado tan bien con la religión católica. Según estos pueblos, al morir las personas van directo al Mictlán, lugar de los muertos o descarnados que esperan para ir al paraíso o al Tlalocan, los sacerdotes católicos españoles para lograr la conversión de los pueblos prehispánicos compararon el Mictlan con el infierno. En el Tlalocan, o paraíso de Tláloc, es donde reinaba el verano eterno, allí iban las almas de quienes habían muerto de alguna forma asociada con el agua, (pulmonía, resfríos, ahogados, hidrópicos, etc.) ahí disfrutaban eternamente nadando y consumiendo comidas exquisitas.
Creían que el más allá era de acuerdo con la forma en que morían y no a la conducta en la vida, por lo mismo no le temían a ser castigados después de la muerte. Después de morir, por lo regular los ancianos vestían al muerto con papel de amate o maguey, derramaban agua sobre la cabeza diciendo, esto lo gozaste en vida. Si la muerte estaba relacionada con el agua lo vestían como Tlaloc, el Dios de la lluvia, les colocaban un jarrón con agua para vencer los obstáculos que encontrarían en el camino. Si habían sido importantes se les colocaba en la boca una piedra verde llamada Chalchihuitl, si habían sido gente común, les colocaban una piedra con menos valor. Casi siempre cremaban el cadáver, y al mismo tiempo cantaban canciones lúgubres, después ponían las cenizas en una olla de barro y la enterraban, también quemaban las pertenencias y los instrumentos de trabajo. El entierro se hacía en las casas, los templos o en los montes, colocaban comida, bebidas, y flores en ese lugar a modo de ofrendas.
Otro lugar a donde iban los muertos era el Chichihualco o en la casa de la leche, allí iban las almas de los niños pequeños (como el limbo cristiano), se alimentaban del Chichiuahuitl o árbol de leche. Los pueblos prehispánicos creían que los niños reencarnaban después.
Algunos de los antiguos mexicanos dedicaban a sus muertos el noveno y décimo mes del año, debido a la diferencia de calendarios, el noveno mes comenzaba el 5 de agosto y se llamaba Tlaxcochimaco, que significa tierra florida. Ese día daba comienzo la fiesta de los niños muertos, duraba todos los veinte días del mes, y se ofrendaban legumbres. En el décimo mes o Xoco Hhuetzo, que significaba fruta madura, del 25 de agosto al 14 de septiembre, se hacía la fiesta de los muertos adultos, y se hacían ofrendas de comida.
Otra creencia o concepto dialéctico es que la vida trae implícita a la muerte, y la muerte trae implícita a la vida, por ejemplo. En la época prehispánica los muertos se esfumaban en el reino de Mictlantechutli. Solamente los guerreros muertos en combate y las mujeres en el parto adquirían la calidad de estrellas para acompañar a Quetzalcoatl a sus recorridos celestes.
Los sacrificios humanos se consideran como el tributo que los pueblos vencedores en las guerras pagaban a los dioses, y los dioses así alimentaban el universo y a la sociedad. Cuando alguien moría, se organizaban fiestas para ayudar al espíritu en el camino. Al igual que en la cultura Egipcia, los antiguos mexicanos enterraban a sus muertos envueltos en un “petate,” les ponían comida para cuando sintieran hambre, ya que su viaje por el Chignahuapan (del náhuatl: nueva apan, en el río; o “sobre los nueve ríos”), lugar parecido al purgatorio, que era muy difícil de transitar porque había muchos lugares muy fríos y otros muy calurosos.
El día de los Muertos en la Nueva España
Desde la colonia hasta nuestros días
Primero que nada, quiero aclarar que el término conquista está mal empleado, ya que América no era una colonia española, sino que realmente tenía carácter de reino, independientemente de su ligamen con la corona española. Tampoco es correcto hablar de la nueva España en términos genéricos para referirse a México, ya que México se dividía en los reinos de la Nueva España; La Nueva Galicia, (que comprendía los territorios de Zacatecas, al que entonces pertenecía Aguascalientes, Jalisco y Colima); la Gobernación de la Nueva Vizcaya; la Gobernación de Yucatán; El Nuevo Reino de León; la Colonia de Santander; y las Provincias de: Los Tejas; Coahuila; Sinaloa; Sonora; Nayarit; la Vieja California; y Nuevo México de Santa Fe. –O’ Gorman, Edmundo. Historia de las divisiones territoriales de México-
En muchos libros he leído que los españoles fueron quienes trajeron los poemas mortuorios, aunque personalmente creo que eso no es cierto, ya que Netzahualcóyotl (1391-1472) y sólo por citar a alguien, escribía ya en la época prehispánica poemas de este tipo:
“Somos mortales, todos habremos de irnos, todos habremos de morir en la tierra... Como una pintura, todos iremos borrando. Como una flor, nos iremos secando, aquí sobre la tierra... Meditadlo, señores águilas y tigres, aunque fuerais de jade, aunque fuerais de oro, también allá iréis al lugar de los descansos. Tendremos que despertar, nadie habrá de quedar.” Lo cierto es que con la llegada de los españoles, este tipo de poesía evoluciono, o más bien se transformo en las conocidas calaveras.
Lo que si llegó con los españoles, indudablemente fue la tradición de las calaveras literarias (aunque surgen ya muy entrado el periodo independiente, a mediados-finales del S. XIX), que constan de hacer versos hacia determinadas personas, en las que de forma jocosa, se hace referencia a la muerte de la persona a la cual se dedica, hechas en forma de rimas.
Actualmente, cada población de México tiene sus propias tradiciones, aunque muy similares, estas tradiciones varían poco dependiendo de la región, las costumbres y el nivel social de las personas, aunque todos mezclan algunos rasgos del ritual milenario de los indígenas prehispánicos mezclados con una gran cantidad de elementos católicos traídos por los españoles. Lo verdaderamente triste del asunto es que para la mayoría de las personas en México, la costumbre del día de los muertos prevalece, pero el significado ancestral ha desaparecido, esto gracias a la iglesia católica.
El día de muertos es una hermosa tradición que hunde sus raíces hasta la época prehispánica, y que gracias a Dios, ha recibido una notable influencia cristiana en fechas posteriores, así ha dejado de ser una fiesta consagrada a la inmundicia pagana y se ha convertido en una fecha especial para conmemorar al Dios verdadero. –Cita tomada de: La Familia cristiana–
Analizando el contexto de esas palabras, lo único que expresan es que, según la iglesia, ella tiene poder absoluto, y las tradiciones que no están bajo su sombra, son malas y hay que erradicarlas o transformarlas al punto en que queden irreconocibles, no importa que los pueblos pierdan su cultura, su historia y sus tradiciones, no importando que esas tradiciones sean más antiguas que la iglesia misma.
Periodo Actual
El Altar de Muertos
Ahora bien, aquí les dejo lo necesario para colocar un altar de muertos junto con su significado.
Primero que nada, el altar se pone en la parte más importante de la casa, consiste en colocar una mesa en la que se pone pan, vino, agua, comida, sal, cirios, incienso, juguetes, dulces, frutas de temporada, veladoras entre otras cosas que en conjunto constituyen la ofrenda que se le deposita a los muertos, que como ya vimos (y según las creencias), vuelven del más allá. Los significados son los siguientes.
1. El agua, es la fuente de la vida, se ofrece para que el espíritu apague su sed y para que se fortalezca en su regreso al más allá.
2. La sal, es un elemento para purificación del espíritu y sirve también para que los cuerpos no se descompongan, regularmente se le pone más a los niños, aunque también a altares para adultos se le pone.
3. Los cirios, obviamente significa luz, y sirve también de guía al espíritu para que no se pierda en el viaje.
4. El copal o el incienso, es una ofrenda a los dioses, se usa como perfume para alejar a los malos espíritus, aunque aquí hay un arma de dos filos, porque algunos aromas atraen espíritus rebeldes.
5. Las flores blancas significan pureza, y las amarillas riqueza, de las demás no sé.
6. El petate es para el descanso del espíritu, y para que se quede al banquete.
7. Los juguetes, siempre son para los niños.
8. Se acostumbra poner una figura de un perro izcuintle, este tiene dos significados, el ya mencionado (como juguete) y aparte, se cree que ayuda a las ánimas a pasar el último río llamado Chiconahuapan, para llegar al Mictlán.
9. El pan es el alimento que el difunto busca primeramente, por ser un alimento que se comparte fraternalmente.
10. El gollete y las cañas, (el gollete es un pan redondo sostenido por una caña), se relaciona con los cráneos de los sacrificios humanos que hacían las culturas prehispánicas y la caña, la vara con la que los atravesaban, los pueblos prehispánicos, a las cabezas humanas, les hacían una perforación a la altura de la sien y por ese orificio insertaban varas, las que se usaban como travesaño en los templos, obviamente las cabezas se descarnaban y quedaba solo el cráneo, esto es lo que significa ese pan.
11. Los cráneos de barro y/o azúcar, que las culturas Mesoamericanas utilizaban durante los rituales del día de muertos, significaban muerte y renacimiento, y eran usados para honrar a los muertos. Además guardaban los cráneos como trofeos de combate.
Las ofrendas más importantes son el pan, la calabaza, el mole, los tamales (y sin albur), el chocolate y las figuras de cerámica. El altar debe tener tres pisos o niveles, se acostumbra poner imágenes religiosas en el superior (santos y madres así), el segundo representa el limbo, y ahí va la imagen de el muerto a quien se dedica el altar, y el de abajo representa la tierra, ahí se coloca toda la ofrenda, alrededor se coloca un arco, que simboliza la puerta al más allá y un camino con flores de cempasúchil, como guía al espíritu. El petate se pone debajo del altar y hay quienes ponen sillas también. La comida se pone en ollas de barro, se cree que los muertos se alimentan solamente del olor, después de retirar la comida, pueden degustarla, aunque quien pruebe la comida de una ofrenda se dará cuenta que ya no tiene el mismo sabor, (en mi caso hice una vez un experimento, dejé mole sobre un altar y otro tanto lejos del altar y en las mismas condiciones, cuando los retiré, el del altar había perdido el sabor y el otro no, me vale verga si alguien no lo cree). La mesa se decora con manteles de papel picado, generalmente se usa el color naranja, que es el color que los pueblos prehispánicos asociaban al luto, y no hace alusión al Halloween como alguien me decía.
Ya para acabar, en un altar respetable, no debe faltar el mole, arroz, pipián, hojaldras, chile, tamales, pan de muerto, dulce de calabaza o tejocote, agua y tequila o mezcal, mandarinas, guayabas, cañas, calaveras de dulce y de barro o en su defecto, en lugar de calaveras de barro, figuras de esqueletos.
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